Se cumplen 117 años de la sanción de la Ley 4.349, la p rimera que otorgó beneficios previsionales en el país.
El 20 de septiembre se celebra el Día del Jubilado en la Argentina, en conmemoración de la primera ley de jubilación del país, que se sancionó un día como hoy pero de 1904.
En aquella primera oportunidad, se trató de un beneficio previsional de carácter estatal, es decir, que alcanzó a los empleados públicos de la nación.
De esta manera, quedó oficializada la creación de la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones, la cual pasó a la historia como el primer fondo que destinaba ingresos a aquellas personas que se retiraban del ámbito laboral.
Más de un siglo después de aquel punto de partida, los jubilados y las jubiladas en la Argentina comprenden un sector de la población que abarca millones de personas.
Se trata de datos brindados por la Administración Nacional de la Seguridad Social que, como es de suponer, cuatro años después deben presentar ciertas modificaciones. Si bien no hay fuentes oficiales que lo confirmen, se estima que en la actualidad el total de jubilados y jubiladas es mayor y, si se cuenta también a los pensionados y pensionadas, supera los 7,1 millones de personas.
Por otra parte, en relación a cuánto cobra un jubilado en la Argentina hay que decir que, con el último aumento otorgado por Anses, las cifras son las siguientes:
- Haber mínimo: $25.922.
- Haber maximo: $174.433.
La carga negativa hacia los adultos mayores
Además de lo concerniente al beneficio previsional que recibe una persona al momento en que se retira de la actividad laboral, el Día del Jubilado en Argentina sirve para reflexionar acerca del trato que se le da a este grupo de adultos.
Según el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), la sociedad actual “ha cargado de signos negativos a la ancianidad, asociándola a la enfermedad, la incapacidad y la improductividad”.
En simultáneo, sobre los jubilados cae un estereotipo que los posiciona como personas ya retiradas de la vida social activa.
Esto conlleva una serie de situaciones que la sociedad naturaliza en la que los jubilados son excluidos, maltratados, discriminados y hasta marginados. Al respecto, el Inadi insiste en que “el derecho a una vejez digna comienza sin discriminación”.